miércoles, 2 de julio de 2008

La utopía de las aplicaciones Web 2.0

Las aplicaciones de la Web 2.0 se han transformado en estrellas superpoderosas de internet. Pero más allá de las que apuntan a la diversión, desde la Red comienzan a aparecer llamados a la reflexión, que se dirigen a la utilización de estas aplicaciones para cambiar el estado actual del mundo ¿Ambicioso, utópico? ¿Qué sucede en el ámbito de la educación?
Varios de los referentes del mundo de internet han comenzado a lanzar opiniones acerca de una Web 2.0 que no solo genere aplicaciones que den dinero (de hecho de momento ninguna lo da), sino que ayuden a resolver algunos de los grandes problemas que padece hoy la humanidad: desde alcanzar un desarrollo sostenible hasta paliar la crisis alimentaria mundial. ¿Realidad o ficción?
Por una parte, Umar Haque lanzó hace un par de meses la primera piedra: en un artículo publicado en Harvard Business Publishing llama a que los inversores y start-ups comiencen a desarrollar aplicaciones para “cambiar el mundo”, antes que para hacer dinero. Comenta un Haque provocativo:
Si sos un revolucionario, entonces selo: sé consecuente y arreglá un problema que cambie para mejor al mundo. Si realmente tenés el coraje, el objetivo, la visión, hacelo.
Pero además Haque fue más lejos con su Manifiesto para la próxima Revolución Industrial, en el que insta a las personas a organizarse: ¿Por qué Google insiste con que su principal acierto es “organizar el mundo de la información”?, se pregunta. Porque los mercados, las redes y las comunidades pueden organizar las actividades económicas mejor que una firma.
Por otra parte, en dos de los encuentros que marcarán tendencia en el 2008, como Web 2.0 Expo y Supernova, comenzó a mencionarse una nueva vertiente de la Web 2.0, acaso merecedora de nuestra atención.
¿Feudalismo 2.0?
El economista autríaco Joseph Schumpeter decía que el crecimiento sucede en medio de procesos de destrucción creativa. Es decir, de turbulencia.
Para Haque, hay un problema con esta tesis y es que en un mundo interconectado como el actual la turbulencia es mucho más intensa que la concebida en su momento por Schumpeter, ya que hoy hay muchas más personas creando y destruyendo.
La destrucción creativa tiene dos caras: los costos de la destrucción y los beneficios de la creación. El precio del crecimiento es un mundo cada vez más incierto, arriesgado y marginal.
Mientras la última burbuja fue la de la tecnología el bienestar fue afectado mínimamente, pero cuando se trata de una burbuja basada en los alimentos, el costo son miles y millones de vidas. Ya no se trata de un costo mínimo.
Mientras que personas como Umar Haque tienen una visión optimista de la capacidad de las aplicaciones generadas en el marco de la Web 2.0, hay puntos que no quedan nada claros. Por ejemplo, históricamente no hemos sido capaces de organizarnos, a menos que se trate de catástrofes y diversas situaciones límite, cuando el instinto de supervivencia parece preferir el grupo, en tanto sea conveniente. Y además, Umar Haque parece olvidar que seguimos inmersos en un mundo en el que hay pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos. Y su arenga para llamar a los inversores (¿ricos?) a crear aplicaciones para cambiar el mundo es por lo menos utópica.Web 2.0: la nueva ola
Por último, Marc Hustvedt se pregunta desde su blog, seedWatcher: ¿cómo podemos usar Twitter para combatir el hambre en el mundo? ¿Pueden ser herramientas como Facebook o Twitter las necesarias para el cambio? ¿O necesitamos plantear un cambio más profundo? Hustvedt nos habla de comenzar a diseñar las herramientas para el cambio pensando en un mundo más amplio del que habitualmente se tiene en mente.
La verdadera pregunta entonces es esta: ¿Cargamos otra vez a estas nuevas herramientas con la responsabilidad de “cambiar el mundo”? ¿Se tata de una nueva ola?
De todo esto podemos sacar en limpio que se trata de software. De pensar en qué valores humanos queremos introducir en el software. Y entonces, cómo van a hacerlo los desarrolladores, que potencialmente, bien lo sabemos en esta Web 2.0, somos todos. Nadie cree en las brujas, pero que las hay, las hay.
¿Y en la educación?
Yendo al plano de la educación ¿Cómo se constituirá el nuevo escenario pedagógico con los cambios culturales que la tecnología trae aparejados?, se preguntaba Loreta Bellon hace unos días.
Las aplicaciones de la Web 2.0 no son una novedad en cuanto a lo que proponen, sino que simplemente es ahora a través de la tecnología que podemos lograrlo. Gavriel Salomon fue uno de los estudiosos que planteó el poder del aprendizaje en red en su libro sobre cogniciones distribuidas: la manera en que se debe aprender se grafica a través de la metáfora de las abejas frisonas, en donde "el aprendizaje no está en una abeja, sino en toda la red”.
¿Qué necesitan entonces los docentes 2.0?
Más allá del conocimiento sobre las herramientas, se necesita un cambio estructural en la forma en que se está enseñando. Este es el verdadero desafío y de eso trata la nueva ola educativa que este mundo está demandando. Porque si tanto éxito tienen estas herramientas de la web 2.0 entre los nativos digitales, es justamente porque van en línea con sus formas de aprender naturales: les dan participación activa y poder de decisión.
Son las herramientas de la Web 2.0 las que plantean que pasemos de ser lectores a potenciales editores de la Red. Es decir que pasamos a tener una participación activa antes que periférica. Y esto a todos nos fascina.
¿Qué es necesario para esta educación 2.0 si queremos ser participantes y no meros testigos?. Algunos puntos:
- Crear un espacio horizontal con ricas fuentes de información.
- Orientar a los estudiantes hacia un trabajo autónomo, colaborativo, en donde compartan y se enriquezcan a partir de las interacciones personales y virtuales.
- Crear comunidades de práctica y aprendizaje en donde se aprenda haciendo. Hay una frase de Confucio que viene a cuento: Lo oí y lo olvidé. Lo vi y lo entendí. Lo hice y lo aprendí.
- Generar comunidades de profesores dentro y fuera de la institución educativa a la que se pertenezca para compartir recursos y opiniones.
- Desarrollar a través de la práctica entre los docentes y entre docentes y estudiantes las competencias digitales mínimas para desempeñarse en el ámbito educativo de este siglo XXI.
En síntesis: buscar, compartir, enriquecer e interactuar, no sólo presencialmente, sino también en línea. Las posibilidades que nos permiten las herramientas de la Web 2.0 no son más que las que estábamos buscando. Ahora que tenemos las herramientas, es hora de participar activamente en el cambio en la forma de enseñar y aprender que los nativos digitales demandan.
Por último, en educ.ar contamos desde comienzos de 2005 con un espacio propio en donde se comparten las experiencias docentes con la web. En el artículo Un recorrido por el aprendizaje colaborativo en educ.ar, Karina Crespo relata la experiencia en este espacio que ella modera desde hace 3 años.

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